martes, 26 de febrero de 2013

Aprendizaje

El aprendizaje es un proceso que conduce a un cambio.

Un cambio en el conocimiento, las creencias, los comportamientos, las actitudes. Sólo si ocurre este cambio, a lo largo del tiempo, hay aprendizaje.

Es resultado de una experiencia, que incrementa el potencial de mejorar en lo que hacemos y nos ayuda a continuar aprendiendo.

Repetimos: el aprendizaje es un proceso, no un producto. Pero, debido a que ese proceso ocurre en la mente del estudiante, no tenemos otra manera de inferirlo que tomar como muestra de ello productos o acciones concretas de los estudiantes. (En llanas palabras: no debemos confundir el examen con el aprendizaje, pero la única manera de asumir que ha ocurrido el aprendizaje es a través de exámenes y de trabajos.)

El aprendizaje, como ya decía Plutarco, no es algo que pueda dárseles a los estudiantes. Más bien es algo que ellos mismos deben hacer. El aprendizaje es el resultado directo de cómo los estudiantes interpretan y responden a sus experiencias.


¿Por qué los estudiantes no logran aplicar lo que les hemos enseñado?

¿Por qué se aferran tanto a sus ideas erróneas?

¿Por qué no se interesan más en lo que a uno mismo le parece fascintante?

¿Por qué creen saber más de lo que realmente saben?

¿Por qué continúan usando las mismas técnicas de estudio que no les son provechosas?

¿Por qué a todos nos puede pasar lo mismo?

¿Por qué?

martes, 19 de febrero de 2013

Nicolás Copernico


Nicolás Copérnico (1473-1543), astrónomo polaco, conocido por su teoría Heliocéntrica que había sido descrita ya por Aristarco de Samos, según la cual el Sol se encontraba en el centro del Universo y la Tierra, que giraba una vez al día sobre su eje, completaba cada año una vuelta alrededor de él.

Copérnico nació el 19 de febrero de 1473 en la ciudad de Thorn (hoy Toru), en el seno de una familia de comerciantes y funcionarios municipales. El tío materno de Copérnico, el obispo Ukasz Watzenrode, se ocupó de que su sobrino recibiera una sólida educación en las mejores universidades. Copérnico ingresó en la Universidad de Cracovia en 1491, donde comenzó a estudiar la carrera de humanidades; poco tiempo después se trasladó a Italia para estudiar derecho y medicina. En enero de 1497, Copérnico empezó a estudiar derecho canónico en la Universidad de Bolonia.

En 1500, Copérnico se doctoró en astronomía en Roma. Al año siguiente obtuvo permiso para estudiar medicina en Padua (la universidad donde dio clases Galileo, casi un siglo después). Aunque nunca se documentó su graduación como Médico practicó la profesión por seis años en Heilsberg. A partir de 1504 fue canónigo de la diócesis de Frauenburg. Durante estos años publicó la traducción del Griego de las cartas de Theophylactus (1509), estudió finanzas y en 1522 escribió un memorando sobre reformas monetarias.

Sus trabajos de observación astronómica practicados en su mayoría como ayudante en Bolonia del profesor Domenico María de Novara dejan ver su gran capacidad de observación. Fue gran estudioso de los autores clásicos y además se confesó como gran admirador de Ptolomeo cuyo Almagesto estudió concienzudamente. Después de muchos años finalizó su gran trabajo sobre la teoría heliocéntrica en donde explica que no es el Sol el que gira alrededor de la Tierra sino al contrario.
Planisferio de Copérnico
Esta teoría sin embargo también requería de complicados mecanismos para la explicación de los movimientos de los planetas, debido a la perfección de la esfera. Estimulado por algunos amigos, Copérnico publica entonces un resumen en manuscrito. En sus comentarios establece su teoría en 6 axiomas, reservando la parte matemática para el trabajo principal, que se publicaría bajo el título "Sobre las revoluciones de las esferas celestes".

A partir de aquí la teoría heliocéntrica comenzó a expandirse. Rápidamente surgieron también sus detractores, siendo los primeros los teólogos protestantes aduciendo causas bíblicas. En 1616 La iglesia Católica colocó el trabajo de Copérnico en su lista de libros prohibidos.

La obra de Copérnico sirvió de base para que, más tarde, Galileo, Brahe y Kepler pusieran los cimientos de la astronomía moderna.

sábado, 16 de febrero de 2013

Más de 50 cosas que no sabías sobre 25 animales que creías conocer muy bien (IV)


16. Delfín

Su piel resulta asombrosa. Siempre parece estar bruñida, aceitosa, suave. Ello es así debido a que la piel del delfín se desprende y se renueva cada dos horas para maximizar la aerodinámica. Como una bala. El sueño de cualquier modelo preocupada por su cutis.
-Otro rasgo asombroso de los delfines es su ecolocalizador. Si vertéis una cucharadita de agua en una piscina con delfines, éstos localizarán el sonido con una precisión absoluta. Pueden distinguir entre objetos de cera, de goma o de plástico. Incluso distinguen entre el latón y el cobre.

17. Conejo

-Su rasgo característico es su velocidad de reproducción, casi vírica (de ahí lo de reproducirse como conejos): cuentan con un sistema de madrigueras comunitarias que albergan un gran número de hembras reproductoras. Una coneja puede parir 30 crías al año. Y todas son capaces de reproducirse a los 6 meses de nacer.
-Los conejos comen dos veces la misma comida. Bueno, esa es la forma eufemística de expresarlo. Lo que hacen los conejos es comerse sus propias heces. Y no se comen bolitas secas y fibrosas, como las que encontramos junto a sus madrigueras, sino el contenido de su intestino grueso (que parece racimos de uvas verdes y brillantes, y que están llenos de bacterias que generan nutrientes esenciales, sobre todo vitamina B).

18. Ostra

-Las ostras perleras viven en aguas tropicales y pueden alcanzar el tamaño de un plato mediano. A pesar del mito muy difundido de que la perla se produce después de que un grano de arena haya quedado atrapado en el interior de la ostra, la perla se desarrolla por la irritación de varios parásitos, incluyendo gusanos, esponjas y mejillones, que perforan la concha.
-Una de estas ostras necesita 2 años para producir una capa de nácar de una vigésima parte de 2,5 centímetros de profundidad. Para una perla terminada, entre 15 y 20 años. Por esa razón, una tonelada de ostras puede dar una producción de sólo 3 perlas, y las posibilidades de que sean perfectamente esféricas son de una entre un millón (literalmente).

19. Pulga

-El rasgo anatómico más llamativo de la pulga es el mismo rasgo que encontraríamos llamativo enJohn Holmes o Nacho Vidal: el pene (sí, sabía que lo estabais esperando). El pene de pulga es el pene más largo de todos los insectos (en proporción). Dispone de tantos ganchos, resortes y púas que, más que un pene, parece una navaja multiusos suiza.
-Las pulgas se reproducen con tanta facilidad con su enorme pene que incluso Carl Djerassi, el creador de la píldora anticonceptiva, diseñó una específicamente para pulgas.

20. Loro

-Su capacidad para el habla es un misterio. En libertad, los loros no imitan nunca las llamadas de otros pájaros o animales. Pero en cautividad, copian fácilmente sonidos habituales (como puertas que se cierran o bocinas de coche), además del habla.
-Gracias a esta esperanza de vida tan elevada, una vez se encontró un loro amazónico que era algo así como un vestigio arqueológico de una lengua muerta. El anciano loro conocía 40 palabras en ature, una lengua cuyos hablantes humanos habían desaparecido mucho tiempo atrás. El hallazgo fue en 1800 por parte de Alexander von Humboldt.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Mary Leakey

Mary Leakey, rigurosa científica británica, ha pasado a la historia como una de las grandes figuras claves en el estudio de de la evolución humana. 

Seguramente sin el trabajo y la constancia de Mary Leakey hoy la línea evolutiva sería un campo difuso y borroso. La británica, consiguió arrojar luz sobre la búsqueda del origen del hombre gracias a sus grandes descubrimientos en Kenia y Tanzania. Junto a su marido, Mary Leakey formó parte de un equipo de arqueólogos que hallaron en el continente africano fósiles capaces de demostrar que los orígenes del hombre eran más antiguos de lo que se creía. Y marcaron un antes y un después en estudio de la evolución.

Casada con el también arqueólogo Louis Leakey -juntos formaron una de las parejas de paleontólogos más famosas del siglo XX-, Mary Leakey fue la encargada de dirigir las excavaciones de la garganta de Olduvai, un importante yacimiento en el que se halló una mandíbula de Paranthropus boisei. Mary Leakey, fiel a su instinto, siguió una pista de 89 metros de largo en donde quedaron marcadas las huellas del homo habilis, y así, descubrió que este tipo de especie se desplazaba de forma bípeda, una de las claves más importantes del estilo de vida durante el Pleistoceno.

Mary Leakey encontró el cráneo un homínido de 1,75 millones de años de antigüedad, el Australopithecus boisei, y halló junto a su marido restos fosilizados de cuatro individuos de entre 1,6 y 1,8 millones de años de antigüedad, que, en un estudio de la revista Nature publicado en el año 1964, fueron denominados Homo habilis. Esto encendió un tenso debate entre la comunidad científica -algunos expertos encontraban importantes similitudes entre este nuevo hallazgo y el Australophitecus y el Homo erectus, especies por encima y por debajo en la escala de antigüedad- sobre el que, años más tarde, arrojó luz el hijo de Mary Leakey cuando localizó en Kenia cráneos de hace dos millones de años.

Del matrimonio de Mary Leakey y Louis Leakey nació su hijo Richard Leakey en Nairobi en 1944. Pronto siguió los pasos de sus padres. A los seis años encontró su primer fósil, una parte de un cerdo gigante extinguido, y en 1967 dirigió una expedición internacional en el valle del río Omo que duró más de 30 años y en la que se descubrieron más de 200 fósiles. Ya la pasión de Mary Leakey por la paleontología se remontaba también a sus primeros años de vida. A raíz de la profesión de su padre, un pintor paisajista que se dedicaba a viajar por todo europa con su familia, Mary Leakey conoció la Dordoña, una región francesa rica en yacimientos de arte prehistórico. Tras la muerte de su padre, regresó con su madre a Londres y se propuso especializarse en Prehistoria. Fue entonces cuando una de sus profesoras descubrió en Mary Leakey un innato talento para el dibujo y le propuso ilustrar uno de sus estudios sobre un área fosilífera situada al norte de Egipto. Además de abrirle las puertas al universo de la arqueología, la Dra. Gertrude Caton-Thompson le presentó a su futuro marido Louis Leakey, quien, impresionado por la destreza ilustrativa de Mary Leakey, le pidió que colaborase también con él en su libro Adam's Ancestors. Fue el inicio de una relación que duró toda una vida y de la que nacieron, además de Richard Leakey, otros dos hijos, Jonathan y Philip.


Mary Leakey falleció en Nairobi, a los 83 años, en el año 1996. Su hijo Richard indicó entonces que la paleontóloga murió «plácidamente», sin especificar las causas.

Sagan Series (5)

Para ustedes la apasionante continuación de la serie Sagan

viernes, 1 de febrero de 2013

Organismos de otros mundos (I): seres metálicos


Por primera vez en la historia, estamos conociendo otros planetas fuera del sistema solar, de muy diversos tamaños y características físicas y químicas. Aún no hemos detectado vida en ellos, pero ese momento puede estar próximo (ya hay en desarrollo misiones espaciales para encontrar algunas de las señales químicas de la vida).


La vida en la Tierra es inabarcablemente diversa, pero sólo representa las adaptaciones a un rango relativamente estrecho de condiciones ambientales y está determinada por la composición química de nuestro planeta y por sus características orbitales, gravitatorias, tectónicas, climáticas, etc. La vida en esos mundos tan distintos del nuestro puede ser de una inconcebible diversidad. Llevamos siglos soñando cómo pueden ser esos organismos.

En esta serie de entradas voy a presentar algunas de nuestras limitadas especulaciones acerca de cómo puede ser la vida extraterrestre. Estas especulaciones pueden también iluminar algunos aspectos de la vida terrestre en los que no habíamos reparado demasiado. Hoy planteo una pregunta simple: ¿Podrían los organismos de otros planetas estar constituidos en parte por metales? Una formulación casi equivalente de esta cuestión es: ¿Por qué los organismos de la Tierra no contienen partes metálicas? Estas preguntas las plantea Steven Vogel en su libro “Ancas y palancas. Mecánica natural y Mecánica humana”, que compara las diferentes soluciones tecnológicas que ha hallado la selección natural para los organismos vivos con las que han hallado los ingenieros humanos para los mismos problemas.


Tal vez los organismos de la Tierra no usan metales porque las menas en que se concentran son escasas. Pero algunos elementos metálicos están bien distribuidos. El aluminio constituye aproximadamente el 8% de la corteza terrestre, y el hierro un 5%. Estos elementos son abundantes en los suelos. 
Además, los organismos a veces obtienen elementos a partir de disoluciones. Las ascidias concentran vanadio a partir del agua del mar, que lo contiene en sólo 2 partes por mil millones. El argumento de la escasez no puede sin embargo descartarse sin más: los organismos utilizan los elementos metálicos unidos a diferentes sustancias químicas que actúan como enzimas y se necesitan en muy poca cantidad. Además, parece que la vida se originó en el mar, donde metales como el hierro, el cobre o el aluminio son muy escasos. Pero cabe imaginar planetas con un contenido en metales mayor que la Tierra, donde los organismos dispondrían de estos en la cantidad adecuada.

Los metales son difíciles de extraer, ya que en la naturaleza se presentan casi siempre unidos a otros elementos formando sales minerales. Su aislamiento requiere mucha energía y además en forma muy concentrada. Los metales más fáciles de extraer serían, por este orden, el oro, el mercurio, la plata y el cobre. El plomo y el hierro se podrían reducir, aunque a un coste energético bastante elevado. Otro problema es que los metales tienden fácilmente a oxidarse en contacto con el oxígeno, lo que requiere un aporte extra de energía para la conservación de estructuras metálicas. Pero un planeta con fuentes de energía concentrada abundantes y con una atmósfera reductora, sin oxígeno libre, como la que tuvo la Tierra primitiva, podría tal vez albergar organismos con partes metálicas.

Otro inconveniente de los metales podría ser su excesiva densidad (2,7 la del agua en el caso del aluminio; 7,9 en el del hierro), que haría torpes y pesados a los organismos. Pero las estructuras metálicas no tendrían por qué ser muy grandes y su peso podría ser compensado con cámaras de aire o depósitos de grasa. En los sedimentos de fondos acuáticos, los organismos con partes metálicas podrían enterrarse en la arena y el limo mejor que los organismos sin metales.

Los metales son apreciados por los humanos, entre otras muchas razones, porque no se resquebrajan: en ellos las fisuras no se propagan fácilmente. Los organismos han solucionado este problema usando materiales compuestos o con estructuras a nivel microscópico. Por ejemplo, un material con pequeños huecos repartidos por todo su volumen es resistente a la propagación de las fisuras. Otro material compuesto por capas de un material duro alternadas con otras de otro material de rigidez mucho más baja también es resistente. La naturaleza usa materiales compuestos en todas sus estructuras duras. La madera, por ejemplo, es un material compuesto de celulosa, material duro y fibroso, y de lignina, un adhesivo. Las conchas de los moluscos están compuestas por capas de material duro (sales de calcio) separadas por delgadas capas de proteína. Es probable que en otros mundos los organismos también prefieran materiales compuestos, aunque su elaboración sea más complicada que la de una estructura metálica.


Pero los metales tienen otras propiedades que podrían resultar interesantes para los organismos: su alta conductividad térmica (por ejemplo, la del cobre es 3.000 veces mayor que la de la madera y 660 veces mayor que la del agua) podría permitir a los organismos disipar calor de forma muy eficiente y rápida. La conductividad térmica de los tejidos animales es baja, aproximadamente igual a la del agua. Los animales movemos fluidos para disipar el calor: sangre y aliento cálidos. Pero este movimiento requiere un bombeo constante que consume energía. Unos delgados filamentos metálicos que condujeran el calor desde el interior del organismo al exterior serían más eficientes. La alta conductividad eléctrica de los metales también podría ser aprovechada por los organismos para construir nervios hiperveloces. Un nervio metálico transmite los impulsos eléctricos unos 5 millones de veces más deprisa que un nervio animal típico (el metal preferentemente empleado sería el cobre, común y muy buen conductor de la electricidad, aunque también podría ser la plata, que es el metal que mejor conduce la electricidad y que puede ser extraído de sus menas minerales con menos energía que el cobre, aunque es más escasa que éste). Los animales con nervios metálicos podrían reaccionar ante los estímulos y pensar a velocidades de vértigo.

En resumen, aunque el uso a gran escala de metales por los seres vivos no parezca muy probable, cabe imaginar un planeta con caracoles de concha brillante y bruñida, depredadores con afilados colmillos y garras de metal y formas de vida inimaginablemente inteligentes.

Lombriz

Cuando la seccionan, regenra su cabez y su cola

La lombriz, llamada frecuentemente gusano de tierra, es una criatura muy curiosa, aparentemente desprovista de cabeza y de cola, capaz de moverse indistintamente hacia adelante o hacia atrás. Existen multitud de especies de lombrices, de las cuales una proporción importante no ha sido aún estudiada por los especialistas. 

Hay que reconocer que estos animalitos no tienen un aspecto muy atractivo, todos se parecen hasta el punto de confundirse y viven de forma tan escondida, que con mucha frecuencia escapan a al perspicacia de los que las buscan.

Los jardineros, aficionados o profesionales, conocen bien a la lombriz y, aunque ignoren el nombre científico, no dejan de percibir los motículos de tierra que va dejando por la noche justo en medio del césped. Estos montículos proceden de su alimentación, porque las lobrices se alimentan de tierra, de humus y materias vegetales en descomposición y luego arrojan la tierra en forma de deyecciones que forman esos curiosos montoncillos.

El importante papel, y de hecho la utilidad de la lombriz fue demostrada por Charles Darwin que en 1881, escribió un libro titulado: Formación de la tierra vegetal debido a la acción de la lombriz de tierra. El cuerpo de la lombriz se compone de anillos sucesivos, cada uno de los cuales presenta cortas cerdas rígidas, que permiten arrastrarse al animal y que le sirven además de órganos sensoriales. En efecto, la cabeza de la lombriz, que no es otra cosa que una minúscula boca guarnecida de dientes microscópicos, no tiene orejas. 

Son los pelos laterales los que detectan las vibraciones del suelo y permiten huir a la lombriz cuando percibe la llegada de un topo, que es su principal enemigo natural.

Grupo: Anelidos
Clase: Oligoquetos
Orden: Opisthoporos
Familia: Lumbricidos
Género y especie: Lumbricus terrestris. (lombriz de tierra)